domingo, 29 de mayo de 2011

Prólogo (siempre hay un antes)

...y así fue que, en medio de aquella majestuosa avenida, comprobé que la capital del antiguo imperio zarista se extiende allá donde el sol da sus últimos coletazos y es difícil tener la certeza de si la ciudad se estira en la despedida o es el sol quien demora su reclusión por otras latitudes. ¡Qué cierto es aquello de que el alma rusa es diferente a cualquier cosa que uno haya conocido antes!

Los que bien me conocen sabrán que soy un ferviente enamorado de la realidad más próxima e inmediata de todos y cada uno de los países que formaban parte de la extinta Unión Soviética. Tanto me impactó aquel mundo que a día de hoy soy incapaz de mirar hacia otro lado cuando un acento de aquellos lares me llama entre los transeúntes o, incluso, cuando entre manipulaciones informativas esbozan una imagen de las cúpulas doradas del Kremlin.

Pero no solo del Este va a versar mi nuevo diario de abordo, ya que cual cajón de sastre en él van a tener cabida relatos varios, rimas genéricas, reflexiones de a pie y, en líneas generales, todo cuanto a este escritor de pelaje canoso y barba canalla se le pase por la cabeza en su día a día. Libertad de expresión, lenguaje sarcástico y espíritu crítico. Un cóctel explosivo al alcance de la mayoría. 

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